Habiendo completado las visitas y excursiones que teníamos previstas desde Villa Unión nos dirigimos hacia un nuevo destino, Fiambalá, aunque antes de llegar teníamos por delante un trayecto de unos 250 kilómetros que nos iba a demandar casi 4 horas de viaje pero que finalmente y por la enorme cantidad de paradas que hicimos, ese tiempo se extendió mucho más. Casi inmediatamente al salir de Villa Unión tomamos la RN40 y a unos 60 kilómetros ingresamos en el tramo del camino conocido como la Cuesta de Miranda.
Esta cuesta debe su nombre al español que fuera el antiguo propietario de estas tierras, Juan De Miranda, aunque la historia de este camino se remonta a la época de la dominación incaica durante el siglo XVI y por esa razón también está considerado como parte del ‘Camino del Inca’. Se trata de un pequeño recorrido de unos 12 kilómetros que posee más de 300 curvas y supera los 2000 msnm. Sin dudas es una de las cuestas más hermosas de la Argentina y que nos regala vistas increíbles donde el verde de los montes y los cardones contrasta con colores rojos, naranjas y ocres. La ruta bordea un valle que es surcado por el río Miranda y cuenta con varios miradores para disfrutar de vistas panorámicas como el que se ubica en su punto más alto a 2040 msnm; ‘Bordo Atravesado’, pero también podemos mencionar a La Aguadita, El Siciliano, El Arquito o Miranda por nombrar solo algunos de los sitios en los que merece la pena detenerse para contemplar el paisaje. Para quiénes se animen también existen varios senderos para realizar trekking siendo recomendable para esto en mi opinión, contratar una excursión que esté liderada por un guía baqueano y conocedor de las quebradas.
El trazado de cornisa que hoy conocemos fue realizado por el ingeniero italiano Francisco Bolloli y construido entre los años 1918 y 1928 a ‘pico y pala’ por miles de obreros. Se trata de un camino fundamental para la conexión entre Villa Unión, Nonogasta y Chilecito. Primero cruzamos el pueblo de Nonogasta que fue creado en 1631 sobre un poblado indígena y en donde todavía se pueden observar algunas construcciones que datan de la época colonial y luego seguimos avanzando por la ruta 40 unos 20 kilómetros hasta llegar a Chilecito.
Chilecito se ubica en el Valle de Antinaco enmarcado al este por la Sierra de Velasco y al oeste por la Sierra de Famatina donde destaca el Nevado de Famatina o Cerro General Belgrano con una altura de unos 6200 msnm que lo ubica como la cumbre extra andina más alta de América. Se trata de una ciudad tranquila, posee unos 34 mil habitantes y algunos de sus atractivos son el Cable Carril La Mejicana, una obra de ingeniería que se extiende por 35 km desde la Serranía del Famatina, a 4600 metros de altura y que se construyó para transportar metales desde la mina ‘La Mejicana’, obra compuesta por más de 250 torres y 650 vagonetas de transporte, sumado a 9 estaciones de las que la más fácilmente visitable es la N°1 situada en la ciudad y a partir de allí se va ascendiendo hasta llegar a la última ubicada a 4600 msnm. Vinculados con esta actividad también se destaca el Museo Cable Carril y la Fundición Santa Florentina.
En nuestra estadía aquí nos dirigimos hacia la sede la Cooperativa La Riojana, un conglomerado compuesto por más de 400 asociados que producen anualmente unas 2 millones de cajas de vinos y aceites de gran reconocimiento. La Cooperativa cuenta con un local de venta minorista en la ciudad donde adquirimos algunas cajas de vinos orgánicos y algunas botellas de aceite de oliva que sumamos a la colección que fuimos acumulando a lo largo de este viaje. Desde allí salimos sin rumbo fijo y gracias al asesoramiento de una vecina con la que nos cruzamos en la calle, llegamos al almacén Regionales Giménez, un lugar expecializado en productos regionales donde su propietario nos hizo probar de todo y en el que compramos algunos dulces, nueces y aceitunas. Desde allí seguimos rumbo hacia Famatina pero a poco de salir nuevamente a la ruta vimos un cartel de Solfrut, una empresa especializada entre otras cosas a la fabricación de aceite de oliva, e interpretamos que se trataba de una fábrica abierta al público pero no lo era y estuvimos un muy buen rato recorriendo sus campos con cientos de hectáreas pobladas de olivares, un espectáculo asombroso.
Nuevamente regresamos a la ruta pero a poco de andar vimos otro cartel que indicaba ‘Ruinas de Capayán’ y hacia allí nos desviamos hasta dar con unas ruinas que datan de 1870 vinculadas con un establecimiento de fundición y que al poco tiempo fue abandonado. Un sitio pintoresco, pero muy poco cuidado y a merced de imbéciles que sienten la necesidad de dejar basura como ser botellas, latas o cualquier otro desperdicio que pueda delatar su enorme grado de idiotez.
Decididos a retomar el viaje salimos nuevamente a la ruta y en el Puente Capayán tomamos la ruta 78 que nos llevaría hacia Fiambalá en la provincia de Catamarca aunque todavía íbamos a realizar varias paradas más hasta llegar allí y así fue que luego de poco menos de media hora de un viaje muy agradable llegamos a Famatina. Al igual que Chilecito, este pueblo también suele ser base para realizar travesías y excursiones entre las que se pueden mencionar Mina La Mejicana, Cañón del Ocre o Corral Colorado; en nuestro caso al estar solo de paso dimos una pequeña vuelta alrededor de la Plaza San Martín donde resalta el edificio de la Parroquia de San Pedro, compramos algunas botellas de aceite de oliva Kaliv en @olivakaliv (que por cierto, son excelentes) y desde allí continuamos viaje.
Desde Famatina hay unos 80 kilómetros hasta el límite con la Provincia de Catamarca y desde ahí, 30 kilómetros más hasta Tinogasta, punto en el que nos desviamos hacia la pequeña localidad de La Puntilla ya que nos habían mencionado que esa era una zona de producción de muy buenos vinos catamarqueños. Así fue que tomamos la ruta 60 rumbo SE y a unos 15 minutos de la ciudad comenzamos a encontrar cuadros con plantaciones de viñedos y algunas bodegas como Finca Rodriguez Ferrero a la que tuvimos oportunidad de visitar. Se trata de una bodega boutique que pertenece a una familia santafecina. Está ubicada a 1400 msnm y posee 12 hectáreas en donde tienen varias cepas como Malbec, Syrah, Torrontés y Bonarda con las que elaboran varietales y blends, varios de los cuales pudimos probar en una degustación a la que nos invitaron y que por supuesto, acto seguido, eso nos llevó a comprar un par de cajas de los vinos que más nos gustaron aunque lamentablemente la experiencia que tuvimos cuando descorchamos las botellas fue mala (los vinos estaban intomables), aspecto que no hubiese incluido en este post salvo por el hecho de que pese a haberles avisado de la situación a través de un correo (no para que nos devolvieran el dinero que habíamos gastado o nos enviaran otras cajas sino simplemente para alertarlos del hecho si no es que ya estaban al tanto), ignoraron nuestro mensaje y no nos brindaron ninguna respuesta lo cual me parece una falta de respeto absoluta.
Luego de nuestro paso por La Puntilla comenzamos el último tramo de nuestro viaje desde Tinogasta hacia Fiambalá, camino que es conocido como la ‘Ruta del Adobe’ y del que les comparto algunas imágenes en el link siguiente ya que en este post no tengo mucho más espacio para seguir compartiéndoles imágenes.
Se trata de un circuito turístico que recorre antiguos edificios coloniales construidos en adobe siendo que varios de estos son considerados monumentos históricos. La mayoría de las construcciones tienen muros de casi 1 metro de ancho y algunas de ellas poseen casi 300 años de antigüedad. Por lo general los sitios a visitar se encuentran señalizados y su acceso es sencillo aunque el circuito demanda tiempo. Desde la ruta el único lugar que se visualiza es el Sitio Arqueológico Watungasta, otros destacados son la Capellanía Copacabana del Siglo XVII (Copacabana), el Oratorio de los Orqueras (El Puesto), La Casa de José V. Figueroa de 1850 (La Puntilla), Casa Grande de 1897 (Tinogasta), la Iglesia Virgen de Andacollo de 1840 (La Falda), la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario de 1712 (Anillaco) o la Iglesia de San Pedro de 1770 y la Comandancia de Armas de 1745 ambas en Fiambalá.
Luego de recorrer la Ruta del Adobe y hacer algunas paradas para compras de productos regionales llegamos al Portal de Ingreso a Fiambalá que está compuesto por dos enormes esculturas de pobladores originarios que custodian la entrada, poseen unos 12 metros de altura cada uno y que están acompañados por un cóndor en su plenitud y que mide 4 metros. Paramos aquí para realizar la típica foto y luego seguimos hacia el hotel boutique en que habíamos reservado una habitación, Casona del Pino (@casonadelpino), un hotel que fue construido en 1830 lleno de detalles históricos que incluyen su decoración, muebles y cuadros que se pueden disfrutar en su sala de estar, el salón comedor o su galería, un lugar muy bien ubicado, agradable y muy recomendable para pasar unos días.
Catamarca posee muchos atractivos turísticos pero nosotros apenas proyectamos visitar unos pocos lugares ya que se nos acababa el tiempo y debíamos regresar en breve pero aún así pudimos hacer varias cosas. Lo primero que hicimos fue conocer las Dunas de Saujil (a 14 kilómetros de Fiambalá), Medanitos y las Dunas de Tatón (a 27 kilómetros de Saujil) que son unos de los puntos más visitados en esta región y esto es así ya que estos lugares regalan paisajes increíbles, grandes planicies desiertas, dunas de arena que en algunos casos son calificadas como las más grandes del mundo con más de 1200 metros de altura y que además se alternan con postales como la que nos ofrece el cauce del río Grande en las cercanías del pueblo de Tatón.
Estos lugares pueden conocerse de forma particular sin problema pero para quién lo desee también existen empresas que ofrecen distintas alternativas para visitar estas formaciones además de que aquí también se pueden realizar actividades relacionadas con el sandboard o travesías con vehículos 4X4.
En el viaje sobre el que estoy escribiendo en esta serie, Fiambalá fue el último punto que elegimos en nuestro recorrido hacia el norte (si vienen siguiendo esta serie ya se habrán dado cuenta que venimos con rumbo sur/norte desde San Rafael en Mendoza) y desde esta ciudad teníamos planeado hacer algunas otras actividades antes de comenzar a regresar hacia el sur para dirigirnos hacia la Ciudad de Buenos Aires como ser recorrer el circuito que se denomina la Ruta de los Seis Miles, circuito que también incluye la visita al Cañón del Indio y el ascenso al Balcón de Pissis pero sobre esto y la visita que le hicimos a las Termas de Fiambalá escribiré en el próximo post ya que en este me quedé sin más espacio… y festejamos ya que si llegaste hasta aquí, ACABÁS DE LEER MI POST NÚMERO 100 ! ! ! No dejes de suscribirte con tu correo electrónico para recibir mis post en forma gratuita.